Producción Poética de Vicente Aleixandre
La producción poética de Vicente Aleixandre es muy extensa. Conveniencias
críticas han llevado a distinguir dos claras etapas en su obra. La primera
comprende un largo periodo que va desde Ámbito (obra publicada en el año veintiocho
en la malagueña revista "Litoral") hasta Nacimiento último (Madrid,
Ínsula, 1953); la segunda se abre con Historia del corazón (Madrid,
Espasa-Calpe, 1954) y se prolonga hasta el final de su vida -Diálogos del
conocimiento (Barcelona, Plaza & Janés, 1974) es uno de sus últimos
libros-; pues, según Aleixandre, "el poeta sólo muere cuando muere el
hombre; y entonces vive, para siempre, su poesía". El propio Aleixandre, a
propósito de la índole de los contenidos de su obra, afirma: "En la
primera parte de mi trabajo, yo veía al poeta en pie sobre la tierra, como
expresión telúrica de las fuerzas que le crecían desde sus plantas <. .
.>. En la segunda parte de mi labor, yo he visto al poeta como expresión de
la difícil vida humana, de su quehacer valiente y doloroso". Así pues, la
propia Naturaleza y el vivir humano son, respectivamente, los protagonistas de
una y otra etapa de la obra poética de Aleixandre.
.José Luis Cano, en la Introducción a Espadas como labios y La destrucción o el
amor -editorial Castalia, colección Clásicos Castalia, núm. 43- ha caracterizado
con certeras palabras lo esencial de las dos etapas de la poesía de Vicente
Aleixandre: "En la primera ha creado Aleixandre un poderoso mundo poético,
perfectamente diferenciado, en el que las fuerzas cósmicas elementales -fuerzas
telúricas, misteriosas en su elementalidad radical: la tierra, el mar, el sol,
el fuego, el viento, la selva...-, se sienten como arrebatadas por un fuerte
impulso de fusión -o confusión en expresión de Dámaso Alonso- que persigue la
unidad amorosa del mundo. En ese afán de comunión amorosa no están solas, pues
los animales, y también el hombre -el hombre elemental, el hombre de los campos
o las selvas, no el de la ciudad- participan de ese común impulso amoroso de
ardiente solidaridad cósmica. Pero a partir de Historia del corazón se abre una
segunda etapa en la poesía aleixandrina, en la que esa pasión cósmica, esa
visión amorosa de la naturaleza en su pujante libertad, son sustituidas por un
nuevo tema central: la consideración del vivir humano, la solidaridad con el
esfuerzo y el drama de ese vivir, en su dimensión temporal e histórica: vivir
del poeta mismo en primer lugar, pero también del pueblo, del país al que
pertenece. Pudiéramos decir, pues, que en la primera etapa de la poesía de
Aleixandre, el protagonista es el Cosmos, la Creación, la Naturaleza, y el
hombre no es sino una de las fuerzas elementales que la naturaleza despliega e
impulsa en su afán amoroso unificador. Mientras que en la segunda etapa, la
Naturaleza deja de ser protagonista y se retira al fondo de la escena, volviendo
a su viejo papel de paisaje, y dejando al hombre que se adelante a un primer
plano y ocupe el papel de protagonista, de héroe, en la representación poética
de una vida que siempre consiste, como ha dicho el poeta, en amar, sufrir,
soñar, morir." Cita ésta de José Luis Cano -en las páginas 18 y 19 de la aludida
edición- demasiado larga, pero que, excepcionalmente, reproducimos por su
indiscutible claridad>.
La segunda etapa de la obra de Aleixandre se inicia en 1945,
año en el que el poeta comienza la composición de Historia del corazón, que
verá la luz en 1954 (Madrid, Espasa-Calpe). Aleixandre desnuda su poesía del
surrealismo y del barroquismo que este trae consigo y afronta una profunda
renovación temática y estilística, caracterizada por el acercamiento a la
difícil realidad humana de cada día, a las preocupaciones del hombre, mirado
ahora positivamente -y aquí radica la novedad del libro-. Concha Zardoya, a la
que debemos un detallado estudio de Historia del corazón (Poesía española del
siglo XX. Madrid, Gredos, 1974. Tomo III, págs. 261-314), ha señalado, entre
los rasgos estilísticos más destacados de la obra, los siguientes: la perfecta
maestría en el uso del verso libre, que lo mismo se alarga hasta sobrepasar las
36, 37 y 38 sílabas -e incluso llega a las 40-, que se acorta hasta el mínimo:
2, 3, 4 y 5 sílabas; la sencillez del lenguaje poético -en el que escasean
imágenes y metáforas y, si aparecen, son fácilmente identificables-, en un
deseo de lograr que la poesía sea comunicación, que llegue a todos los hombres
y a todas partes; la ordenación continuativa de los poemas, que aunque son
independientes entre sí, se condicionan unos a otros y se continúan; y, finalmente,
el uso de la yuxtaposición, la ausencia de oraciones subordinadas, el
predominio de la frase corta, así como la importancia de la puntuación -es
especial el valor del punto, que reemplaza a los nexos-, con todo lo cual se
logra un estilo sincopado de gran eficacia expresiva.
Recomendamos la lectura de los poemas "En la plaza" y "El poeta
canta por todos" -en los que Aleixandre abandona su mundo personal para,
fundiéndose con los anhelos de los demás, realizarse plenamente-; y también la
del espléndido poema amoroso "Mano entregada".