“Ser uno con todo lo viviente, volver, en un feliz olvido de sí mismo, al todo de la naturaleza" (Hölderlin)
YO PUEDO
miércoles, 26 de noviembre de 2008
T´ang...suena la música...
lunes, 24 de noviembre de 2008
"Leer, leer miradas, paisajes, silencios, el paso de los cometas y de las horas"
viernes, 21 de noviembre de 2008
Hay un olvido de toda existencia,...
DONDE HABITE EL OLVIDO
Donde habite el olvido,
Donde mi nombre deje
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Allá, allá lejos;
jueves, 20 de noviembre de 2008
Pavarotti and liza Minnelli-New York, New York
Este video tiene un significado especial para mí.
Era otro tiempo, si es que creemos en el "tiempo".
Viene a mi memoria el texto que leí el otro día que pertenecía al libro "Cantos de amor y de ausencia", el cuál recoge en sesenta y cuatro poemas una muestra de la obra de quince poetas chinos que vivieron entre los siglos IX al XII.
Este fragmento es un ejemplo de uno de estos poetas de la China Medieval y dice asi:
"Convéncete, bebamos esta noche
hasta estar muy borrachos,
no hablemos del mañana, apuremos las copas.
El vino es hondo, la amistad intensa.
Sólo nos debe preocupar
que esta noche de primavera sea breve.
llena de nuevo tu hermosa copa,
y alégrate de que aún quede vino.
¿Cuánto nos dura la vida?
miércoles, 19 de noviembre de 2008
EN LA PLAZA
Hermoso es, hermosamente humilde y confiante, vivificador y profundo,
sentirse bajo el sol, entre los demás, impelido,
llevado, conducido, mezclado, rumorosamente arrastrado.
No es bueno
quedarse en la orilla
como el malecón o como el molusco que quiere calcáreamente imitar a la roca.
Sino que es puro y sereno arrasarse en la dicha
de fluir y perderse,
encontrándose en el movimiento con que el gran corazón de los hombres palpita extendido.
Como ese que vive ahí, ignoro en qué piso,
y le he visto bajar por unas escaleras
y adentarse valientemente entre la multitud y perderse.
La gran masa pasaba. Pero era reconocible el diminuto corazón afluido.
Allí, ¿quién lo reconocería? Allí con esperanza, con resolución o con fe, con temeroso
denuedo,
con silenciosa humildad, allí él también
transcurría.
Era una gran plaza abierta, y había olor de existencia.
Un olor a gran sol descubierto, a viento rizándolo,
un gran viento que sobre las cabezas pasaba su mano,
su gran mano que rozaba las frentes unidas y las reconfortaba.
Y era el serpear que se movía
como un único ser, no sé si desvalido, no sé si poderoso,
pero existente y perceptible, pero cubridor de la tierra.
Allí cada uno puede mirarse y puede alegrarse y puede reconocerse.
Cuando, en la tarde caldeada, solo en tu gabinete,
con los ojos extraños y la interrogación en la boca,
quieras algo preguntar a tu imagen,
no te busques en el espejo,
en un extinto diálogo en que no te oyes.
Baja, baja despacio y búscate entre los otros.
Allí están todos, y tú entre ellos.
Oh, desnúdate, y fúndete, y reconócete.
Entra despacio, como el bañista que, temeroso, con mucho amor y recelo al agua,
introduce primero sus pies en la espuma,
y siente el agua subirle, y ya se atreve, y casi ya se decide.
Y ahora con el agua en la cintura todavía no se confía.
Pero él extiende sus brazos, abre al fin sus dos brazos y se entrega completo.
Y allí fuerte se reconoce, y crece y se lanza,
y avanza y levanta espumas, y salta y confía,
y hiende y late en las aguas vivas, y canta, y es joven.
Así, entra con los pies desnudos. Entra en el hervor, en la plaza.
Entra en el torrente que te reclama y allí sé tú mismo.
¡Oh pequeño corazón dimunuto, corazón que quiere latir
para ser él también el unánime corazón que le alcanza!
VOLAR
Volar. Y ver la tierra desde lejos, con sus mares redondos, los
vapores que velan los valles y las junglas. Verla casi vacía,
cada casa una luz, casi una estrella, o un brillo de cigarro que
calienta con su brasa naranja distancias minerales, o uno de
esos insectos que pasean su caprichosa lámpara verdosa bajo
los escondrijos de la hierba nocturna.
Volar. Y ver que poco significa una ciudad varada en una costa;
Apenas una mancha más oscura, un resto ennegrecido de
cubierta de barco.(...)
(Ana Isabel Conejo)